Resumen:
Las artes plásticas y visuales han
sido un lenguaje artístico empleado desde épocas remotas, y las
primeras representaciones gráficas realizadas por nuestros antepasados
datan de hace más de 30.000 años de antigüedad. En Colombia tenemos la
fortuna de conservar algunas de estas pinturas en Chiribiquete,
Sutatauza, Facatativá, Tierradentro y Sáchica, entre otros lugares. A
través de ellos se transmitían sentimientos y mensajes entre los seres
humanos, y son un patrimonio cultural invaluable
Palabras
claves: artes plásticas, artes visuales, patrimonio cultural,
Colombia
Cuando
se habla de las artes visuales también se hace mención a las plásticas.
Entre estas expresiones se reconocen el dibujo, la pintura, el grabado
y la escultura, y otras más contemporáneas como la fotografía, el video
y los medios digitales. También abarcan manifestaciones que emplean el
espacio como un elemento importante para ser intervenido, como sucede
con las instalaciones. Otras combinan elementos de la expresión
dramática y corporal y además pueden involucrar la participación del
público, como pasa con acciones artísticas como la performance.
Estos lenguajes artísticos favorecen
la apreciación, expresión y representación de ideas, seres, espacios,
emociones, recuerdos y sensaciones. Así, las expresiones visuales y
plásticas se convierten en un lenguaje del pensamiento de las niñas y
los niños. Según Lowenfeld y Lambert:
Una
actividad dinámica y unificadora, con un rol potencialmente vital en la
educación de nuestros niños. El dibujo, la pintura o la construcción
constituyen un proceso complejo en el que el niño reúne diversos
elementos de su experiencia para formar un todo con un nuevo
significado. En el proceso de seleccionar, interpretar y reformar esos
elementos el niño nos da algo más que un dibujo o una escultura; nos
proporciona una parte de sí mismo: cómo piensa, cómo siente, cómo ve
(1980: 15).
Por tanto, la expresión visual y
plástica constituye una posibilidad tangible que permite dar forma a lo
intangible: a lo que se siente, se piensa, se imagina e incluso a lo
que se teme, ya que al pintar, modelar o dibujar emergen ideas,
sentimientos e imágenes, las cuales contribuyen a la creación de mundos
posibles y personajes salidos de la fantasía y de la imaginación de las
niñas y los niños.
La experiencia de mirar marca el
inicio de la exploración de los lenguajes vsuales y plásticos. Algunas
de las acciones que realizan las niñas y los niños en la primera
infancia, asociadas a este proceso, son: observar e interpretar lo que
les rodea y a sus cuidadores, mezclar colores, contrastarlos y plantear
armonías entre unos y otros, hacer dibujos en el aire, disfrutar del
contacto con los materiales, elegir la ropa para vestirse, construir y
dibujar con un palo sobre la tierra, entre otras.
En consecuencia, se puede entender la
expresión visual y plástica como la capacidad que posee un sujeto para
“discriminar e interpretar en su medio” (Arizpe, 2006: 74). Esta
involucra dos procesos fundamentales: por un lado, favorece un
acercamiento a un lenguaje que necesita ser articulado y que permite
crear formas simbólicas (crear imágenes); por el otro, promueve la
comprensión de las formas simbólicas creadas por otras personas (leer
imágenes). Estos procesos acontecen de manera alternada, como cuando
niñas y niños realizan un dibujo o una pintura para posteriormente
apreciarla, comentarla y disfrutarla.
Parte de la labor de las maestras,
los maestros y los agentes educativos que acompaña los procesos de
expresión visual y plástica en educación inicial consiste en gestionar
espacios y promover experiencias que contribuyan a que niñas y niños se
consoliden en su forma particular de mirar, de percibir e interactuar
con los demás de manera respetuosa, den vida a creaciones, visibilicen
ideas, expresen sentimientos, fortalezcan la capacidad de simbolizar y
desarrollen y liberen la imaginación.
Ese acompañamiento también está
enmarcado dentro de las concepciones culturales y sociales, de culturas
ancestrales como los misak, en el Cauca, quienes consideran que las
niñas y los niños ya vienen con todo lo que deben saber y parte del
papel del adulto es estar atentos a cómo se manifiestan estos saberes.
La intención se manifiesta de
diversas maneras, es el impulso de expresar, comunicar o representar.
Es la emoción que lleva a crear por medio de diferentes imágenes.
El significado está relacionado con
la capacidad del ser humano de simbolizar, de establecer metáforas,
comparaciones y analogías. Como parte del proceso de construcción de
significado, las niñas y los niños se acercan a la representación y, a
menudo, estas representaciones se definen por el afecto. Mamás, papás,
abuelos y otros familiares y cuidadores suelen ser merecedores de un
retrato espontáneo una vez que las niñas y los niños comienzan a
combinar trazos de manera intencionada, de la mano de la ampliación de
su capacidad simbólica. Por este motivo la familia, los amigos y los
personajes entrañables siempre serán bienvenidos y pueden ser
complementados con espacios de apreciación, ofreciendo al grupo la
oportunidad de contemplar cuadros, pinturas, ilustraciones y obras de
arte en donde aparezcan grupos familiares y de amigos.
Los medios. El acercamiento a los
materiales se relaciona en gran medida con la exploración del medio e
involucra la toma de decisiones y la afirmación de la propia forma de
ser. Los materiales para la expresión visual y plástica pueden ser
tantos como se desee: una hoja de un árbol, semillas, telas de colores,
arena, tizas o arcilla, entre otras, pueden desplegar un sin número de
posibilidades expresivas.
El lenguaje visual
y plástico se
viven en lo cotidiano
Muchas de las vivencias cotidianas
están asociadas a los elementos del lenguaje visual y plástico, entre
los que se destacan el punto, la línea, la forma, el color, el tamaño,
el volumen, la textura y el espacio. Al peinarse, por ejemplo, se tiene
la oportunidad de ponerse en contacto con la textura del cabello, con
su color, su volumen, su suavidad o rigidez, a la vez que se ofrece la
oportunidad para jugar a hacer formas. De esta manera se incorporan
estos elementos a la experiencia sensible individual, propiciándose
también un intercambio social.
Cuando los adultos realizan acciones
como tejer, fabricar cerámicas, coser un tapiz o una mola y elaborar un
atuendo ceremonial, entre otras, en presencia de las niñas y los niños,
se crean espacios para que se acerquen a los saberes ancestrales y
prácticas comunitarias de su grupo social. Al combinar los distintos
elementos del lenguaje visual y plástico para crear patrones de diseño
que se transmiten de generación en generación también se afianzan los
procesos y técnicas expresivas, al tiempo que se van interiorizando las
dinámicas culturales que caracterizan a una población determinada.
A continuación se presentan algunos
ejemplos de cómo los espacios y momentos cotidianos ofrecen
oportunidades para desarrollar la sensibilidad, disfrutar de las
experiencias estéticas y promover el acercamiento a los procesos de
apreciación y creación de imágenes, obras y producciones, favoreciendo
así los procesos expresivos y comunicativos.
Conversar sobre
las creaciones y
compartirlas con los otros
Uno de los mecanismos más frecuentes
por medio del cual niñas y niños se relacionan entre sí, con los
adultos, con el entorno y con su cultura, es el de la pregunta. Los
sentidos, el sentir, la conceptualización estética y la percepción
artística puede agudizarse con preguntas abiertas, como ¿qué te hacen
sentir (los colores, las texturas, las composiciones propias y de los
otros)? ¿De qué otra manera lo harías? ¿Con qué otros colores o
materiales quisieras experimentar?
En fin, las preguntas son
infinitas y
parten de los resultados del momento. Solo se necesita estar dispuesto
a dar una valoración diferente a “bueno” o “malo”, “bonito” o “feo”.
Para ello se pueden introducir otros criterios más relacionados con los
elementos del lenguaje plástico y visual, motivando a niñas y niños a
observar sus trabajos para comentar acerca de formas, colores,
texturas, entre otros.
De esa manera se separa la
representación visual y plástica de la aceptación del adulto y se
fortalece la argumentación por parte de niñas y niños, como cuando
hacen afirmaciones como “el rojo es mi favorito” o “me gusta mezclar
formas para…”. Este enfoque también favorece el acercamiento a lo
abstracto, al posibilitar la creación de composiciones que, al no
pretender copiar la realidad, liberan el pensamiento, la imaginación y
la percepción hacia otros horizontes.
Al comentar acerca de los trabajos es
posible tener en cuenta dos categorías de preguntas, de acuerdo con
Luis Vallvé (2002): por un lado tenemos el aspecto descriptivo que
abarca lo cuantificable con preguntas al estilo de ¿cómo es? ¿Qué
tiene? ¿Cuántos tiene? ¿Qué colores usaste?